[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

22.12.09

Dos vagancias provechosas

Se destina más de medio día a hacer actividades no concernientes a las debidas, esto es, a los deberes.
La vaguedad llega en un momento de sabias decisiones donde se decide no hacer lo debido, esto es, lo indebido, esto es, lo ocioso.
Rascarnos la barriga oyendo música, o reírnos de banalidades junto a un pana: eso es vagar con estilo, esto es, vagar provechosamente. Nunca se perderá el tiempo haciéndole caso a Kant.

Es así que aquello que no signifique nada en absoluto, merece un tiempo libre.

Y no debería llamarse libre, debería llamarse tiempo ocupado en algo que vale sin valer, esto es, que tiene su debido valor aunque se lo ignore.

La música y la risa.
Bailemos al son de los rictus sonorizados.

2 comentarios:

  1. Naaaaaaaa... jaja, me en-can-tó. Acá te esperan muchas cosas para que les des un guión. En unos añitos, amiguito, vamos a estar haciendo de las nuestras, te parece?.

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  2. ¿No te parece peligrosa nuestra denominación, lenguaje, habla, pa-la-bre-ría?
    A veces faltan matices para describir y descubrir qué es aquello que merece tiempo.
    ¿Y si al amanecer todo acaba?
    ¿Qué harías con tu tiempo?
    Confiarías en Kant, en tu risa y en la música.

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