[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

26.1.11

"Duda" - Meira Delmar

"Nada es para siempre"


Decían.


Y yo quise creerlo.


Un día

pensé entonces

se borrará aquel nombre

de mi frente,

como si hubiera sido escrito

sobre la piel del agua.


Y comenzó a pasar el tiempo.


Se llevaba la vida,

los ecos de la fiesta,

las hojas del otoño,

en el pausado oleaje

de los años.


"Nada es para siempre",

digo todavía.


Mas ahora

sé muy bien por qué

ya no lo creo.


(Octubre de 1998)

21.1.11

pasto

sobre el pasto,
tendido,
el aire me da un abrazo
acunándome
con su música
y sonido
me envuelve
en el descanso enterrado
en algún rincón
del mundo envejecido

sobre el pasto,
tendido,
el aire me da un abrazo,
y yo colmado
correspondo
y lo contemplo
y lo acompaño
acompañándome,
ayudándonos
a evocarnos
y a recordar
que no estamos solos.

sobre el pasto,
tendido,
al aire doy un abrazo
pero desconozco
que siendo el aire
un continuo
que se mueve
y avanza,
yo soy roca
sin musgo
yaciente
y encayada
sobre verde
y mudo
pasto

sobre pasto,
tendido,
al aire quiero abrazar
y él sigue su camino

13.1.11

Meira Delmar.

© Foto: elespectador.com

Surcando la topografía de una Ultrantología poética que me regalaron hace un par de meses (gracias, Ama), me cautivaron varias líneas breves de la poetisa Meira Delmar, quien luego de investigar un poco, descubrí que era barranquillera y que no hace mucho falleció. Así que dediqué mi día a ser rata de biblioteca surcando varios de sus textos, entre los que encuentro uno que me cautiva triplemente.


REENCUENTRO

¡Qué claro el mundo
de repente!

Qué asombro
poder borrar el tiempo,
la soledad, los largos
silencios que tan lejos
nos llevaron
uno del otro, uno
sin el otro, opuestos
los caminos,
separados.

Qué extraño ahora
sentirte donde voy,
al mar, al sueño,
sentirte
en las líneas que escribo,
cuando miro
partir el viento.

A veces te me enredas
en el libro que leo,
y paso
una, dos, veinte páginas
atrás, donde los hilos
de la trama rompiste
con tus manos.
Mejor,
con la memoria
de tus manos.

Otras veces me truecas
las palabras,
y por decirte aquí, digo lejano,
y tengo que volver a mí, al sitio
donde empezó el error,
a cancelarlo.

Me preguntan de pronto
la sonrisa. Y callo
porque no imaginaba que estuviesen
sonriendo mis labios,
y vuelvo a sonreír
por la sonrisa
anterior, sin razones,
que algo tuyo,
algo
de ti, habría
motivado.

Yo no sé cómo fue
ni en qué momento
cerró la ausencia
los brazos.

Yo no sé cómo fue.
Sencillamente,
porque sí nada más,
nos encontramos.


La poetisa se deja leer más a fondo en este enlace.
Disfruten... en lo personal, prefiero sus últimos trabajos poéticos, sobre todo Reencuentro y Alguien pasa.

12.1.11

No querer querer.

Solo en mi habitación y la ventana cubierta. Afuera, sólo noche y no la veo.

La música me permite escuchar las emociones subiéndome a la cabeza. En silencio, sólo las oigo hospedarse, turistear y desvanecerse de nuevo. Mirar las grietas en el techo mientras yazgo sobre la blancura infinita del cubrecama, en el puerto de la fatiga me apresto a nadar un océano de cenizas hacia el sueño estancado.

Necesito un faro que alumbre de día. Aunque me desespera necesitarlo… me desespera ir tras destellos intermitentes en la distancia, me desespera perseguir una luz que viene y va sin la certeza de que al acercarme ella no se alejará a su vez, como atada a mí por una vara.

Perseguir. Ir detrás. Desplazar mis pasos sobre la huella de lo que huye o lo ausente. Volver a trazar con colores de la ansiedad un sendero que desconozco para así borrarlo de la tierra con el peso de mi cuerpo que se arrastra. Buscar y no encontrar, no entregarme al azar ni a la predestinación, ser ambicioso y aventurero en un continente derruido.

Mis ríos creativos se herrumbraron, me resisto a confirmar que desembocan esta noche en un mar de agua ultra salada por las lágrimas y el sudor de aquellos días inexistentes. Ansío no estar ansiando nada mientras mi cabeza me quema los ojos cada vez que les pone vendas de carne, condenándome a la eterna realidad de los sueños que se detienen. Le temo al sueño esta noche, le temo a sucumbir en el océano prístino al placer de la efímera cercanía, le temo a la volatilidad de mis imágenes sin camuflaje, le temo a mi cara deshilvanándose en la corriente y a mis manos descosiéndose entre cada ola de agujas. Ya era época para desletrar mi corazón plagado de palabras tartamudeando, tropezando entre sí en la canal de la expresión, solapándose entre sí haciendo una no-tan-lúdica sopa de letras. Ya es época para aplacar la congestión de mi faringe etérea y volver a nutrir de agua la manguera del pensamiento escindido.

Me han quitado la piel y la he cedido a la vez. No me siento con frío ni desnudo en la mitad del océano que me bebe. No me siento inundado por la idealización de las concreciones, ni por la exageración decidida ante los primeros bocados. Esta noche, solo en mi habitación y con la ventana cubierta, me quemo aun sumergiéndome, me ahogo aun en el charco incendiado de mis tribulaciones perentorias, me cuesta no pensar en mi desgaste intelectual de las últimas semanas y me atosiga encarar de nuevo la rutina con esos dientes huracanados y su fino aliento de pantano hostil.

Me decido por montar la balsa. Desconozco un material que no se hunda en el agua y que resista a los incendios sin calentarse. Y aun si no existe uno con ambas condiciones, en la superficie posaré todas aquellas motivaciones que cimenten poco a poco una ciudad sobre el mar, que me acoja entre sus techos panópticos y sus sótanos de acogedora luz ausente mientras extraño el futuro.

Esta noche lo quiero todo y no me quiero nada.

No escojo aberrarme, pero esta noche prefiero dejarme llevar por la marea.

A voluntad permanezco pasivo ante la espada enfundada que cuelga sobre la pared. No estoy vencido, pero la batalla de esta noche me gana.