[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

17.2.12

un mal del escribir [texto-imagen]


Siempre viví fascinado con la escritura de Marguerite Duras y sus tribulaciones sobre su propio oficio. Siento que las certezas que se hallan en su obra sintetizan con avidez toda su fuerza poética.

Hace casi un mes hice una pequeña adaptación/puesta en escena de su ensayo "Escribir" (1993), a manera de homenaje. Y aunque hubiera querido añadir otros fragmentos del texto al video, sólo puse su cierre y conclusión. A continuación comparto otros trozos, igual de importantes.

"Alrededor de una persona que escribe libros siempre debe hacer una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es ese silencio que lo rodea. Y prácticamente a cada paso que se da en una casa y a todas horas del día, bajo todas las luces, ya sean del exterior o de las lámparas encendidas durante el día, esta soledad real del cuerpo se convierte en la, inviolable, del escribir."

"Escribir es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que no se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible."

"Los escritores son gente solitaria. En todas partes, y siempre, lo han sido."
"Comprendí que yo era una persona sola con mi escritura, sola muy lejos de todo."

"Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará."

"Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. A veces mata."

"No llorar nunca es no vivir."

"Escribir" fue publicado en su edición original por Gallimard, en 1993. La primera edición en español es de TusQuets, 2006. También se puede encontrar en un número de la publicación Señal Que Cabalgamos, Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, 2007.


[Ver con subtítulos, haciendo clic en el pequeño ícono cuadrado "cc".]

12.2.12

alfabeto del solitario [texto para performance]

fechado original, primera semana de enero, dosmildoce

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A veces siento que estar solo es estar oculto. No decidí quedarme solo por capricho ni curiosidad. Sólo me escondí del mundo cuando menos lo buscaba.

Aislado en mi propia jaula. Un cuerpo hermético, compacto, enclaustrado como una leonera.

Quisiera saber qué es ser visible: si sacarme la armadura o abrir más grande las ventanas de mi casa. No sé qué hay detrás del vidrio, o si salir sea alguna especie de garantía.

Aquí adentro nada es tan triste como afuera. Aunque el vacío inunde esta cama, me protejo del mundo atiborrado de un barro innombrable. Limpio como el cielo, como el río; limpio puedo caminar en círculos, respirar inmaculado, orar al silencio mismo, a veces dormir, a veces leer en las paredes las cartas sin fecha exacta que nunca di a leer y que colgué como solemnes santuarios.


En este cuarto, solo y entre murmullos, hallo las respuestas de lo que nunca pregunté. Los enigmas restantes sólo serán revelados cuando alguien me acompañe en mis dudas.


[¿Alguien? ¿Qué es alguien? ¿Un otro como yo? ¿Un otro como otro?

Estar solo no es no tener a otro. Es tenerlo y ocultarlo, como me oculté a mí mismo.]


Pero los espejos dejan de escuchar. Ya la luz no se duplica sino que se fragmenta. El tiempo atraviesa esta celda sigiloso. Trata de abrir los candados, de sellar mis escritos, de apagar esta agonía. Y lo expulso. Sólo abro esta puerta para anularlo, y sentir que ya no pasa, que ya el tiempo no pasa por aquí.


Esta mesa ya no me mira.

Esta silla ya no me mira.

Esta cama ya no me acoge.

Esta lámpara ya no me habla.

Todo se da vuelta.

El espejo se oxida.


[¿Hace cuánto estoy aquí, nadando con lo ausente?]



Este es el fin del exilio. Adentro también hay guerras. También hay hambre. También hay llanto y también carencia. Aquí también se refleja el mundo y yo me conformé a esto. Lo acepté. Lo tomé por verdadero y me estanqué en mi propio barro innombrable sin notarlo.


. . .


Esta puerta sí me mira. Esta puerta sí está aquí. Es lo único que está. El primer ojo de muchos, la primera boca de muchas. La única certeza antes de muchas otras.