Un juego de detectives que empieza cuando se hace noche y no acaba cuando se hace de día.
Ya no es el foco de quien huye, es del Sol y de los espejos.
Es una sombra sagaz que se escabulle y se amolda en grietas o rocas, que sobrevive al bombardeo de la luz que la señala con un dedo resentido como la cara de la nada y la ajuicia por aquello de lo cual ella carece: ese don nato de saberse esconder.