[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

16.7.10

Vértigo.

Cuando acostado acabé tu carta me di vuelta y la abracé creyendo que eras tú sosteniendo sobre un lado plano todas sus tintas negras.

Y cuando la hice a un lado fue porque ya me había despertado; tu sueño infundido me hace persona a las tres de la madrugada, con hambre de uvas, con ojeras viciosas, sin ganas de ir al baño y con ganas de combatir el frío que hace en mi cuarto.

Te amo por aburrirme y burlarte de aburrirme y por tildarme de chismoso por seguir leyendo, porque claro, según tú tenía que haber esa dicotomía, ¿no?, avancé más allá de la segunda página porque o me gusta que me aburras o porque soy un chismoso, ¿cierto?

Un poco de ambas y de ninguna. Epístolas tan cotidianas me inspiran a hablar menos y a agarrar más historias que el mundo desboca todos los días y que, ríos afluentes, se atraviesan conmigo y me incitan a un vértigo del que habla Kundera, uno que no es miedo a caer sino deseo de caer.

Cáete conmigo o llévame a caer contigo. O, como Baudelaire: "Avalancha, ¿me quieres llevar en tu caída?".

1 comentario:

  1. Maldita sea. Puede que mi sensibilidad me est{e carcomiendo en este momento, pero esto que acabo de leer me ha hecho llenar de lágrimas mis ojos. Lo leo y lo releo y es cada vez más hermoso.
    Te felicito desde lo más profundo de mi ser. Me has y me ha encantado.

    ResponderEliminar