Y cuando la hice a un lado fue porque ya me había despertado; tu sueño infundido me hace persona a las tres de la madrugada, con hambre de uvas, con ojeras viciosas, sin ganas de ir al baño y con ganas de combatir el frío que hace en mi cuarto.
Te amo por aburrirme y burlarte de aburrirme y por tildarme de chismoso por seguir leyendo, porque claro, según tú tenía que haber esa dicotomía, ¿no?, avancé más allá de la segunda página porque o me gusta que me aburras o porque soy un chismoso, ¿cierto?
Un poco de ambas y de ninguna. Epístolas tan cotidianas me inspiran a hablar menos y a agarrar más historias que el mundo desboca todos los días y que, ríos afluentes, se atraviesan conmigo y me incitan a un vértigo del que habla Kundera, uno que no es miedo a caer sino deseo de caer.
Cáete conmigo o llévame a caer contigo. O, como Baudelaire: "Avalancha, ¿me quieres llevar en tu caída?".
Maldita sea. Puede que mi sensibilidad me est{e carcomiendo en este momento, pero esto que acabo de leer me ha hecho llenar de lágrimas mis ojos. Lo leo y lo releo y es cada vez más hermoso.
ResponderEliminarTe felicito desde lo más profundo de mi ser. Me has y me ha encantado.