[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

22.7.09

P's.

Almorzando noto tras su hombro moreno la esfera que no lo es.

P. no se ha bañado aún, los orgasmos como que le han dado el impulso para cocinar. Como su creación y miro tras su hombro la esfera que no lo es. Minutos antes, echa en ella escamas multicolor que huelen a mar.

Una aleta sofocada, un nado sinfín, un boca que hace bababababababa lanzando burbujas inútiles que, en la superficie, no le dicen aquí afuera no es que mejore la cosa. La bailarina se detiene. Digo ha muerto en voz alta, a lo que P. responde mirando hacia donde yo miro. Sonríe y dice desde que la compré se hace la muerta para salir de la pecera. Ja jaja já.

Lleno mi cuchara y masticando me atraganto. P. se levanta rápido y me pregunta te traigo agua, estás bien, me toca la espalda y me la golpea pasito. Pasa la cosa. Se vuelve a sentar, le digo gracias, sólo fue un arroz. Sigo mirando la esfera que no lo es, babababababababa, hago un zoom imposible a las manchas de las escamas, babababababa, qué ingenuo es todo, un nado circular que debería marear pero sólo es el patetismo de querer salir. Burbujas, díganle la verdad, imploro en voz alta, a lo que P. hace cara de no entiendo. Señalo con la cabeza para que entienda, pero no voltea a mirar. La bailarina se sostiene en su aleta trasera, traga las escamas multicolor en un bababababa ensordecedor.

Me vuelvo a atragantar, toso como quien tiene muchos años. Enseguida, P. se para y me da un largo beso en la garganta, no un beso de lengua, ni lascivo ni ven aquí, quiero sentirte cerca y te beso en el cuello porque así me trago lo que no dices, tan sólo un garganta, gargantica, traga bien, ten paciencia, come despacio para poder besar más tarde lo que llaman labios y lengua y dientes. Garganta, no te estropees, sabrá el de arriba qué no te permite concentrar en lo que comes.

Me calmo, ya pasó el otro arroz. Se vuelve a sentar, P. me alarga un vaso con agua y simplemente digo ha muerto. P. no sonríe, me mira con asco, dice coma, coma, coma, que por hablar es que se mueren los sapos. No paro de ver la esfera no esférica, de nuevo el nado circular interminable y las burbujas sádicas que no develan la verdad: aquí morirás, pez infeliz, afuera no es mejor la vida y no hay agua que respirar, adentro sólo estás tú por mucho que busques a tu alrededor y los reflejos en el vidrio son sólo reflejos de cómo te ves, así desesperada y todo. Me hastío y grito pegándole a la mesa sáquela de ahí, P. No se molesta en darse vuelta y ver a qué me refiero, pero sobre su hombro moreno la pecera gime y tiembla.

Es así. No hablamos estando sin ropa más que para sofocar nuestras preocupaciones. Comimos antes de comer, grave error. Ahora vomitaré doble, viendo un Pez comer ingenuamente, con sadismo a su alrededor y deseos de verle sufrir.

Ya no es su hombro, es su cara escamada y morena. Estaba delicioso, gracias.

1 comentario:

  1. Gracias Iván por este texto tan meticuloso y cuidado, elaborado con tanto detenimiento y amor. Esas peceras jaulas no se sabe bien si preservan la vida o aseguran la muerte. Y cada uno tenemos también la nuestra.

    Un cordial saludo. Javier

    Iván no apareció la referencia a tu texto en el muro del grupo. La proxima vez puedes poner un enlace en la entrada que lleve a la propuesta. O dejar en mi blog el enlace al tuyo.

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