[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]
20.6.09
Con una leve emoción.
Me preparo para lo que será mi ópera prima, algo que tiene que ser un decente ritual de iniciación. Será sobre una abuela y su nieto partiendo sus vidas frente a una ventana.
Tengo muchas esperanzas en el proyecto, la actriz que hará de mi abuela (porque para escatimar gastos haré del nieto) es la dama más tierna y gentil que he conocido y no para de alentarme.
Ruego porque el día del rodaje todo vaya bien, preferí grabar de día para no preocuparme por luminarias y también de escribir un guión sencillo por dos razones: 1) corto tiempo de producción y 2) bajos costos mentales y monetarios. Además, siendo mi última oportunidad de participar en el la categoría Alexis del Festival de Cine de Bogotá, me quito el peso de dejar pasar la oportunidad. Punto aparte, esta categoría, aparte de ser una buena ventana de exhibición para necios adolescentes, es un excelente incentivo al imaginario en formación. Aun no ganando nada, me queda la satisfacción de haber cumplido un sueño de hace varios años, sobre todo tras haber leído cómo nació la categoría del festival y haberme identificado un pelín con el Alexis de carne y hueso. Aquí está la noticia: http://www.bogocine.com/xxiv/noticias.shtml?x=20156332. Y aquí está un balance de las ediciones pasadas: http://portal.urosario.edu.co/plazacapital/articulo.php?articulo=1130.
Punto y aparte, posteo las minibiografías de estos dos personajes y luego les comentaré cómo salió todo.
"Carmen no sabe qué más hacer teniendo la memoria más arrugada que su cara. El desgaste de los años ya se le nota, cada vez le pesa más levantarse, hablar lúcidamente, recordar cosas recientes. Por eso usa pañales, porque el único encargado de ella ya tiene muchas cosas que hacer como para estarla cargando al baño todo el tiempo. Este encargado es su único nieto, Daniel, el único hijo que su hija Lina tuvo, pues lo tuvo joven y murió casi igual de joven: un mes después de tenerlo. Como su yerno Pedro huyó antes del nacimiento, Carmen crió al niño sola, vendiendo envueltos de maíz mientras sus manos y su entereza eran fuertes. Esto no fue difícil, habiendo ella sacado adelante a sus dos hijos mellizos, Lina y Luis, que teniendo 7 años quedaron huérfanos de padre por culpa de la diabetes. A los 13 años de estar al cuidado del bebé de Lina, Carmen se vino abajo cuando se le complicó la artritis y su cuerpo no soportó ya la cruz de la vejez, cruz que sería más liviana de no ser porque los muertos que uno no mata pero sí extraña también pesan; su tratamiento médico carcomió los pocos ahorros monetarios que tenía y Daniel tomó las riendas de la jerarquía familiar y dejó de ir al colegio para ponerse a trabajar. Carmen se instaló en su apartamento de tiempo completo en total quiebra económica, agradeciéndole al cielo que su vivienda era propia porque cuando enviudó de Camilo, lo único que él no dejó (al contrario de lo usual) fueron deudas. Carmen no sabe si esperar morir o morir esperando. Sólo quiere que Daniel salga adelante y se enorgullece de verlo tan responsable y paciente. Sonríe como nadie cuando Danielito le pone a Chopin en el tocadiscos, pues Camilo solía tocar piezas suyas para ella.
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