[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

4.2.11

La vida que uno no escoge.

Encontrábame yo un día navegando en mi barco de papel de vieja usanza y de pronto, vi a lo lejos una balsa a la deriva que llevaba lo que parecía un cadáver. Me acerqué acelerando mis motores y subí el cuerpo a cubierta, quitándole las algas de la cara y los brazos. Aunque estaba descamisado, su pantalón empapado ocultaba la vida en un bolsillo. Según su billetera, Marco Aurelio Simbaqueva era oriundo de Río de Oro, Cesar, había nacido en el ochentaytrés y pesaba setentaydós kilos cuando tramitó la cédula. En su foto no sonreía; ahí en la cubierta, estaba más feliz que nunca.

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