[el blog de como cuando uno suele por tendencia tratar de evitar caerse cuando como por error se tropieza con un borde de esos pequeños y escondidos y uno intenta sortear entonces la caída que le sigue y cuando sabe que no puede esquivar el golpe del piso le toca como girar para caer sobre el brazo protegiendo el pecho o con los brazos primero como queriendo ser fuertes pero el dolor igual se siente y ya cuando uno deja de pensar en cómo recibir el totazo es que se está o sobando o queriendo levantar]

12.1.11

No querer querer.

Solo en mi habitación y la ventana cubierta. Afuera, sólo noche y no la veo.

La música me permite escuchar las emociones subiéndome a la cabeza. En silencio, sólo las oigo hospedarse, turistear y desvanecerse de nuevo. Mirar las grietas en el techo mientras yazgo sobre la blancura infinita del cubrecama, en el puerto de la fatiga me apresto a nadar un océano de cenizas hacia el sueño estancado.

Necesito un faro que alumbre de día. Aunque me desespera necesitarlo… me desespera ir tras destellos intermitentes en la distancia, me desespera perseguir una luz que viene y va sin la certeza de que al acercarme ella no se alejará a su vez, como atada a mí por una vara.

Perseguir. Ir detrás. Desplazar mis pasos sobre la huella de lo que huye o lo ausente. Volver a trazar con colores de la ansiedad un sendero que desconozco para así borrarlo de la tierra con el peso de mi cuerpo que se arrastra. Buscar y no encontrar, no entregarme al azar ni a la predestinación, ser ambicioso y aventurero en un continente derruido.

Mis ríos creativos se herrumbraron, me resisto a confirmar que desembocan esta noche en un mar de agua ultra salada por las lágrimas y el sudor de aquellos días inexistentes. Ansío no estar ansiando nada mientras mi cabeza me quema los ojos cada vez que les pone vendas de carne, condenándome a la eterna realidad de los sueños que se detienen. Le temo al sueño esta noche, le temo a sucumbir en el océano prístino al placer de la efímera cercanía, le temo a la volatilidad de mis imágenes sin camuflaje, le temo a mi cara deshilvanándose en la corriente y a mis manos descosiéndose entre cada ola de agujas. Ya era época para desletrar mi corazón plagado de palabras tartamudeando, tropezando entre sí en la canal de la expresión, solapándose entre sí haciendo una no-tan-lúdica sopa de letras. Ya es época para aplacar la congestión de mi faringe etérea y volver a nutrir de agua la manguera del pensamiento escindido.

Me han quitado la piel y la he cedido a la vez. No me siento con frío ni desnudo en la mitad del océano que me bebe. No me siento inundado por la idealización de las concreciones, ni por la exageración decidida ante los primeros bocados. Esta noche, solo en mi habitación y con la ventana cubierta, me quemo aun sumergiéndome, me ahogo aun en el charco incendiado de mis tribulaciones perentorias, me cuesta no pensar en mi desgaste intelectual de las últimas semanas y me atosiga encarar de nuevo la rutina con esos dientes huracanados y su fino aliento de pantano hostil.

Me decido por montar la balsa. Desconozco un material que no se hunda en el agua y que resista a los incendios sin calentarse. Y aun si no existe uno con ambas condiciones, en la superficie posaré todas aquellas motivaciones que cimenten poco a poco una ciudad sobre el mar, que me acoja entre sus techos panópticos y sus sótanos de acogedora luz ausente mientras extraño el futuro.

Esta noche lo quiero todo y no me quiero nada.

No escojo aberrarme, pero esta noche prefiero dejarme llevar por la marea.

A voluntad permanezco pasivo ante la espada enfundada que cuelga sobre la pared. No estoy vencido, pero la batalla de esta noche me gana.

1 comentario:

  1. Quererlo todo y no quererlo nada, ahí es donde digo que la insatisfacción del ser humano no conoce sus límites. Pero quizás lo único que verdaderamente pudiese importar es saber cuál es el límite de la marea y hasta dónde podemos mantener la respiración.

    Habrá tantas noches de batalla querido Esteban, que las herrerías no darán a basto. :)

    Un abrazo desde estos cimientos.

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