Coescrito junto a Alejandra Pabón Guerrero.
Original fechado: miércoles, diez de junio de dosmilnueve.
Ilustraciones: Manuel Valencia Restrepo, © 2010.
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Un día un hombre se levantó de su cama, miró por la ventana y aspiró una nube negra de humo, se vistió, buscó sus mejores zapatos y salió de su hogar; con mucho afán tomó un bus que le llevaría muy lejos, pagó y bajando del vehículo miró al cielo y dijo:
"Oh, qué maravilloso cielo, daría mi vida por teñirlo a mi gusto."
Con gran determinación corrió y corrió, y cuando por fin llegó, tomó un respiro profundo, tocó la puerta y...
...se dio cuenta de que él mismo le abriría la puerta del otro lado y saldría corriendo a coger un bus para luego volver y acompañarlo a esperar mientras el tercero regresaba de su propio periplo.
Qué cruel viaje, ¿es sólo el hombre la marioneta del destino? ¿O es la vida una constante ruleta?, giras, giras y caminas al lado de tu propio yo, todos los días te conviertes en esa persona, o esa persona se convierte en ti.
Y pensaron, "¿algún día llegaré a ver el final?..."
Y el que acababa de llegar simplemente aseveró corrigiendo y algo inconsciente: "Nunca llegaremos a verlo... Oh, ahí sale él... ¿se demorará?".
"No lo sé", respondió el primero de ellos, "pero estoy harto de este juego, ver mi vida correr frente a mis ojos y acumularse personalidades me confunde y trastorna.
Tomé mi decisión, huiré."
Pero antes de irse, tomó sus zapatos y con trozos de pared les ocultó diciendo,
"Este será el símbolo del cambio, se convertirá en sepulcro de mi pasado y el nacimiento de un nuevo futuro, no descansaré hasta que la sangre de mis pies me permita sentir la libertad de la vida que me fue robada por esta ruleta".
Luego, giró.

Un cruel trago...
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