“Tengo piedad de las estrellas,
Que brillan desde hace tanto,
Desde hace tanto tiempo…
Tengo piedad de ellas.
¿No habrá un cansancio
De las cosas,
De todas las cosas,
Como de las piernas o de un brazo?
Un cansancio de existir,
De ser,
Sólo de ser,
ser triste brillar o sonreír…
¿No habrá, en fin,
Para las cosas que son,
No la muerte, pero sí
Otra especie de fin,
una gran razón,
Alguna cosa así
Como un perdón?”
Fernando Pessoa
“Afuera el frío viento
el ocre del sol en el crepúsculo,
el azul de un solo tono en todo el cielo,
y tú lejos,
y tú lejos.”
Dario Jaramillo
"Cruzar
el lecho seco de un
río."
Santoka
“Desnudo
Aquí, en el
desorden de la pieza
entre los libros
llenos de polvo
y los retratos de
viejos,
entre el sí y el no
de tantas sombras,
una columna de luz
inmóvil
aquí, en este lugar
donde una noche te habías desnudado.”
Yannis Ritsos
“No tengo hogar
El otoño se vuelve inhóspito”
Santoka
“Me llamas
Y no respondo
Porque en silencio
Me hablas.”
- J. García M –
“Nada puedo hacer
Mi vida de contradicciones
Llevada por el viento”
Santoka
“Que el azar me lleve hasta tu orilla,
ola o viento, que tome tu
rumbo,
que hasta ti llegue y te
venza mi ternura.”
D. Jaramillo
“Un silencio vestido de
fango,
el tartamudeo abatido del
agua que gotea, el graznido del amor fugaz
con una puta, hace dos años
en septiembre; el hastío, esa lenta langosta
que me niega el olvido; la
sombra de la casa en la memoria, la mañana,
un sueño que se agota, el
árbol casi seco, el ruido de una llama.”
D. Jaramillo
“Sentadito en la escalera
esperando el porvenir
y el porvenir nunca llega.”
- A.
Machado y Álvarez –
“Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
…Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.”
Ángel González
“tendido
sobre la hierba
ardida
te deseo”
J.M. Arango
“Secreto con
silencio son los nidos
en que late una
vida concentrada.
¿Si tal reserva ya
no fuese nada?
No creo en los
tesoros escondidos.
Soñar no basta:
además, hace falta
que sepas
cómo ofrecer a tus
sueños un lecho.”
- Adonis –
Tus pies, en blanco y negro. Tu mano.
La otra mano, una sombra.
Las otras dos,
heladas,
vuelan a
ellas,
sobre páramos lunares.
tus pies sobre las
baldosas,
corre la Luna desde
el cuarto contiguo.
mis pies que piden
abrazar los cristales de otra piel.
el mármol, frio
la piel consciente del suelo y
de la piel,
allá,
no demasiado lejos,
tibia.
A la orilla del mar, arena gruesa entre los dedos.
El mar me ha consolado.
Esta rigidez de la ciudad me sostiene en la
duda, me hace seguir su ritmo sin aún hallar cómo bailarlo.
Sé que tus pies pueden enseñar a los míos a
danzar.
“Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... No me des tus rosas
frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar...”
Dulce María Loynaz
“Más allá de tu
nombre y de mi nombre,
qué será este
esperar sin esperanza...”
Dulce María Loynaz
“Tras la máscara,
tras las máscaras
de tus máscaras: tu
cuerpo. Tu más exacto nombre.”
- JM Echeverry-
Hablaste de desnudez.
De desnudez en tu alcoba.
De desnudez en tu alcoba.
Hay algo de especial cuando las ropas ruedan sobre la piel y caen y se
apilan sin orden,
en el suelo,
un rato después que ya los pies descalzos se han tocado suavemente,
entonces, ahí, ahora sí vestidos porque la desnudez es el vestido del
alma,
dos pieles vuelan una hacia la otra y se pierde el sentido.
Regresa por momentos:
déjame verte reclama la mirada,
pero ganan el
tacto, el olor, y los sabores...
Cuando se empieza a oler a ti soy tú,
y tú te llamas yo.
(“Sin él
aquí
sin él.
Su fuego susurrando.”
Cantaba Idea Vilariño)
Y se levanta entonces,
apenas perceptible,
un humus de los cuerpos;
apenas perceptible,
un humus de los cuerpos;
y aparece un brillo en cada
parte de ellos.
Es la desnudez de la desnudez,
es el alma
que fluye para poderse encontrar en la otra con la otra y sumar uno,
o cero
o infinito.
La
imagen no deja de parecerme, aunque infinitesimalmente descriptible,
abismalmente inefable. La matemática de los cuerpos se componen de una suma
imposible, más bien, de una multiplicación de cuerpos y energías. Uno choca con
el otro para convertirse en quince mil, en menos diez... efectivamente, en
infinito.
Desnuda o no mi
alma, la siento aquí presente, hablándote.
Espalda y torso.
océano y barca.
Barca y océano.
Brazos.
Impulsos.
Piernas que se elevan y pies que se apoyan en los hombros al alcance de
los labios...
Manos que recorren colinas, planicies, abismos...
Cuerpos como números...
Un cero como círculo capaz de comprender en él cualquier otra figura.
Si cerramos los ojos un instante y dejamos ir las manos,
ellas coincidirán
en el espacio.
hablándose entre las nubes.
Somos aves
migratorias guiándonos por un magnetismo de carne y sangre, volamos hacia el
sol, nos fundimos con la última luz y vemos los círculos ubicuamente: desde los
ojos del otro, desde las uñas, los dedos, cada hueso, redondito, redondito.
Quisiera nadar en
los dos lagos que callan tus párpados, quisiera nadar incluso cuando estos los
callen, y así moverme a oscuras, sin frío, sin miedo.
“dolor de no ver
juntos
lo que tú ves en
sueños.”
P. Lastra
“Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como
un pájaro del borde filoso de la
noche.”
Alejandra Pizarnik
tomaré el riesgo.
me gusta que me
vean.
que me veas.
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