"Nada es para siempre"
Decían.
Y yo quise creerlo.
Un día
pensé entonces
se borrará aquel nombre
de mi frente,
como si hubiera sido escrito
sobre la piel del agua.
Y comenzó a pasar el tiempo.
Se llevaba la vida,
los ecos de la fiesta,
las hojas del otoño,
en el pausado oleaje
de los años.
"Nada es para siempre",
digo todavía.
Mas ahora
sé muy bien por qué
ya no lo creo.
(Octubre de 1998)
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